Hay días que se sienten como varios viajes en uno. El Tour 3 de la Ruta de los Pistoleros 2026 es exactamente eso: cultura, geología, paisaje y momento “wow” tras momento “wow”. Es el día en que el acompañante se adueña del Salar de Uyuni y sus alrededores, mientras los ciclistas escriben su propia historia sobre la bicicleta.
El recorrido comienza en dirección al norte, hacia el imponente volcán Tunupa, una montaña multicolor que se levanta como guardián del salar. En el camino se pasan por bofedales donde pastan llamas y alpacas, y donde el verde intenso contrasta con la tierra seca alrededor. Es una buena oportunidad para ver de cerca la vida andina y entender que el altiplano es mucho más que desierto y sal.
En la falda del Tunupa se encuentra la comunidad de Coqueza, un pequeño pueblo que custodia uno de los tesoros arqueológicos de la región: las chullpas con momias precolombinas. La visita al centro arqueológico permite acercarse a estos restos humanos, conservados durante siglos por el frío y la sequedad de la cueva. No es un museo convencional; es un espacio íntimo, casi sagrado, donde el tiempo parece suspendido. Salir de allí deja una sensación extraña y poderosa: la de haber estado frente a una historia muy antigua, pero muy presente.
Desde Coqueza, una caminata corta pero intensa lleva a un mirador del Tunupa desde donde se obtiene una de las vistas más impresionantes del Salar de Uyuni. Desde arriba, la superficie blanca se extiende hasta donde alcanza la vista, como un océano inmóvil de sal. Es uno de esos lugares donde las palabras se quedan cortas y uno se limita a mirar, respirar y guardar la imagen para siempre.
El tour continúa hacia la Caverna de Chiquini, una formación geológica fascinante creada por antiguos procesos volcánicos. Entrar en la cueva es entrar en un mundo de texturas y formas talladas por la lava y el tiempo. El guía explicará su origen, pero incluso sin explicación técnica, el lugar impresiona por sí solo: columnas, paredes y techos que parecen tallados a mano, pero que la naturaleza se encargó de diseñar mucho antes que nosotros.
Luego llega uno de los grandes momentos del viaje: el almuerzo especial en pleno Salar de Uyuni. Las camionetas se detienen sobre la costra de sal, se monta una mesa y, de repente, estás comiendo en medio de un paisaje completamente blanco, rodeado de horizonte en 360°. Es un lujo sencillo, pero inolvidable. Aquí suelen surgir las mejores conversaciones del viaje, risas compartidas y muchas fotos.
La tarde sigue con la visita a la Isla Incahuasi, famosa por sus cactus gigantes y sus vistas panorámicas del salar. Un sendero señalizado lleva hasta un mirador desde el que se comprende la escala del lugar: el salar, las montañas, el Tunupa a lo lejos, todo en una sola escena. Es el tipo de sitio donde la cámara no descansa ni un segundo.
Antes de la hora dorada, el grupo pasa por el Museo Playa Blanca, la Plaza de las Banderas y el Monumento al Dakar. Son puntos icónicos, ideales para fotos “postales”: la bandera de tu país ondeando junto a muchas otras, el logo del Dakar tallado en sal, esculturas de sal que cambian con el tiempo. A estas alturas del día ya no solo estás visitando lugares: estás completando un pequeño álbum mental de recuerdos.
El cierre perfecto llega con el atardecer en el salar. El grupo se detiene en un punto abierto, se sirve vino y piqueos, y solo queda mirar cómo el cielo cambia de color sobre el blanco del salar. Si hay un poco de agua en la superficie, el reflejo convierte todo en un espejo infinito. Si está seco, los polígonos de sal crean un patrón hipnótico a medida que el sol baja. En ambos casos, es un final que difícilmente se olvida.
Este tour es, para muchos acompañantes, el día que justifica todo el viaje: el momento en que el salar deja de ser una foto en internet y se vuelve una experiencia vivida con todos los sentidos.